El Gaucho. Pamplona
Sabéis que no soy mucho hablaros de bares y restaurantes, entre otras cosas, porque salgo muy poco. Hace unos meses tuve ocasión de estar en Pamplona y de vivirla más que como turista, como un pamplonica más, o así me hicieron sentir.
De entre los sitios que os he comentado cuando hablamos de que hacer un fin de semana en Pamplona, me llamó especialmente la atención uno de ellos: El Gaucho.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando me pude encontrar allí con una bloguera amiga, Rosa, de Bocados dulces y salados, y cuya presentación sobra: es el mimo, el gusto y la delicadeza personificados. Los pocos que no hayáis entrado en su página y lo hagáis ahora veréis que soy objetiva al máximo —sabéis que no me ando yo con paños calientes si no es así—.
Y realmente es un placer inmenso entrar en su blog, como lo fue para mí poder darle un abrazo y compartir unos minutos preciosos. Fue precisamente en ese momento cuando me enteré de que su hermano era uno de los propietarios y cocineros del Gaucho, y sabiendo que tiene una historia de apuesta fabulosa por lo bien hecho, y yo que no me puedo aguantar ante una cosa así, le he pedido que nos lo cuente todo. Es un privilegio encontrar a una persona amiga que te lo pueda contar tal cual. Así que os dejo con sus palabras.
“Mi hermano Mari, Pruden mi cuñada, Alicia la hermana de mi cuñada y Roberto su marido, empezaron en este mundo de la gastronomía con un restaurante en Sangüesa. Funcionaron de maravilla y se animaron a dar el salto a la capital.
El Gaucho era un bar que, cuando lo miraron, no funcionaba, y pensaron por su situación en Pamplona que era justo lo que andaban buscando. Y así hace 22 años empezaron poco a poco, y en seguida vieron como el Gaucho se hacía con una clientela que día a día ha ido creciendo. Pasaron de ofrecer platos típicos de un restaurante a pequeños bocados más elaborados.
Son autodidactas y han ido aprendiendo día a día con la experiencia. Su éxito, además de ser buenos cocineros, es utilizar productos de calidad de esta tierra y que, y te aseguro que no lo digo por ser familia, son cuatro personas maravillosas, muy sencillas, que si enamoran sus pintxos, ellos te dejan un grato recuerdo. Creo que todo esto unido, ha sido el motivo de su éxito.
Siempre están dispuestos a resolver cualquier duda del cliente que acude al bar preguntando por alguno de los pintxos. Como tienen dos libros publicados, “Pintxos, cocina en miniatura”, que va por su quinta edición, y el último, “Pintxos, pequeño bocado, gran placer”, y han acercado las recetas al cliente, éste pregunta cualquier duda, y enseguida Mari o Alicia salen a la barra del bar a atenderles personalmente y a aconsejarles. Los clientes agradecen muchísimo esa cercanía.
Han conseguido innumerables premios y han participado en Congresos y eventos en otras comunidades y en paises de Europa como Alemania o Londres, donde tuvieron gran éxito en la “Navarra Pintxo Week in London”, en la que durante unos días se reprodujo un bar típico, exponiendo en la barra una gran diversidad de pintxos, intentando transportar al cliente a la ‘Semana del Pintxo de Pamplona’. Próximamente irán a Munich.
Trabajan con mimo cada pintxo pensando en la aceptación que tendrá cara al público. Buscan los mejores productos, a poder ser navarros, el toque de un buen aceite… Mi hermano siempre dice que la calidad del producto es primordial para el resultado final y que en Navarra podemos presumir de ello.
Saborean cada uno de los productos imaginando el resultado al mezclarlo con esto o aquello. Siempre están observando y cogiendo ideas de aquí y de allá. Cada pintxo es creado con mucho cariño y dedicación. Algo que envidio de mi hermano es esa facilidad que tiene para darle el punto exacto de cocción, de sal, etc. a la receta. Algo que creo que es innato en él y que es característico de los buenos cocineros. Eso que los identifica del resto. Yo hago ajoarriero tal y como lo hace mi hermano, y sí, está bueno, pero pruebo el suyo, ¡y alucino!.
Tiene gran variedad de pintxos, muchísimos con un merecido premio a sus espaldas, pero uno de ellos, que en su día no consiguió ninguno, y que sin embargo es famoso entre la clientela es el erizo del bar Gaucho. Parece que tienes el mar en la boca. Si comes uno te quedarás con las ganas de repetir, y seguramente, si hablas con cualquiera que haya estado en el Gaucho, te lo nombrará.
Dedicación, mimo y una calidad excelente en el producto base hace que la idea de un pintxo se convierta en una exquisitez.”
Nosotros estuvimos en el Gaucho con motivo de la XIII Semana del Pintxo de Navarra, y nos ofreció los dos pintxos que habían creado para la ocasión: Cocohuevet y Texturas Gaucho 2011. Dos maravillas presentadas de una manera exquisita y que amablemente nos explicó su elaboración.
Si vais a Pamplona y os apetece un rato especial, no dejéis de visitarles: están en la Travesía de Espoz y Mina, 7.
Gracias, Rosa, y gracias, equipo del Gaucho.