Ruta en coche por Suiza y sur de Alemania
¡Nos encanta viajar en coche! Los que nos habéis seguido en mi cuenta de Instagram, lo habéis vivido en directo, y además me han encantado vuestros comentarios y sugerencias de sitios, ¡muchas gracias!
El año pasado compartí con vosotros nuestro viaje en coche a Italia. Sé que alguno de vosotros ha repetido la ruta o parte de ella, y que le han sido útiles nuestros consejos, con lo cual este año comparto de nuevo nuestras andanzas por Suiza y el sur de Alemania, por si a algunos os viene bien. El viaje es de ensueño: yo te doy pistas de cómo lo organizamos nosotros, pero luego cada uno lo tiene que adaptar a su presupuesto y preferencias.
Burg Hohenzollern, Alemania
Hay que tener en cuenta
- Te tiene que gustar viajar en coche, ¡claro! Muchos de nuestros conocidos nos dicen: “¡Qué pereza, tantos kilometros…!”. La verdad es que nosotros no lo vemos así. A mi marido le encanta conducir, el viajar en coche los cinco (nuestras hijas, ya mayores, mi madre, y nosotros dos) nos resulta muy cómodo, ya que podemos parar a demanda, en las ciudades con casco histórico siempre hay un aparcamiento bien situado, con lo cual, podemos ver mucho sin hacer jornadas agotadoras. Nos organizamos bien, para poder descansar lo necesario. Las jornadas más largas son al principio y al final del viaje, y el resto de los días son trayectos más cortos, para así poder disfrutar.
- Ya te comenté el año pasado que Agosto no es el mejor mes para viajar: mucho calor y mucho tráfico. La cuestión es que yo no tengo oportunidad de hacerlo en otra época del año con lo cual, nos lo tomamos con tranquilidad. No me molestan para nada los sitios de mucho turismo, pero, eso sí, procuramos buscar las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde para ver las ciudades y poder disfrutarlas al máximo. Si puedes viajar en primavera o en septiembre u octubre, mucho mejor. Además nosotros que pensabamos que nos iba a hacer fresquete nos pilló un calorín en Alemania, y no están nada preparados para ello: sin aire acondicionado en los hoteles y por supuesto con un hermoso edredón esperándote.
- Carreteras muy buenas. Las de Francia, con sus maravillosas áreas de servicio por donde hay que pasar, excelentes, pero hay que preparar peaje. Para circular por las autopistas en Suiza hay que comprar una pegatina —la vignette— con la que puedes circular por ellas. Cuesta unos 40,00 € y la pagas en cuanto metes el morro del coche en la aduana. Y en Alemania, una red fabulosa de autopistas, sin peaje, ¡sin límite de velocidad! Eso sí, todo muy civilizado y sin tocar el claxon.
- Necesitarás llevar la tarjeta sanitaria europea, por si tienes algún problema de salud.
- Mira tu póliza de seguro del coche para ver qué cobertura tienes en caso de avería o de siniestro. Nosotros llevamos siempre una póliza de viaje complementaria, por si ocurre algún imprevisto, que sea más llevadero. Por supuesto, ten tu coche revisado y preparado para hacer un montón de kilómetros.
- También me has escuchado otras veces que el tema del alojamiento es muy personal. Depende de tantas cosas… Los pequeños hoteles con encanto recomendados por alguien que haya estado es una opción fantástica, pero cuando no tengo referencias, prefiero una hotel de cadena, porque sé que una buena ducha y una buena cama están aseguradas casi al cien por cien. En internet hay una oferta muy variada en cuanto a precios. Hay que añadir el impuesto turístico, que varía de una ciudad a otra. Siempre lo llevamos reservado con antelación, ya que después de tantos kilómetros y en un mes de agosto, yendo cinco personas, no podemos ponernos a ver qué encontramos.
- Recuerda que la moneda de Suiza son los francos suizos. Cerca de la frontera admiten euros, pero para el resto del viaje te conviene llevarte la moneda desde España: te saldrá más barato el cambio.
- Pensé que los mosquitos italianos eran de lo peor. Pues no, los mosquitos alemanes son muy bravos: llévate un buen antimosquitos en tu maletero.
- La ruta que escogemos no es ni la más corta ni la mejor; es simplemente la que elegimos en función de lo que queremos ver. Es una de las ventajas de viajar en coche. Nosotros, por ejemplo, vamos persiguiendo la obra de Le Corbusier por toda Europa y si hay que desviarse 200 km para ver algo, pues se desvía uno.
- En mis entradas de los viajes en coche no verás reseñas de restaurantes. Al no llevar referencias buenas, no me gustan nada los típicos de turistas donde toda la comida sabe a lo mismo. Con lo cual optamos por llevar unos ibéricos en el maletero, comprar buen pan en nuestros destinos, productos locales y hacer unos picnic que para qué.
Dada la extensión de la entrada de hoy sólo daré unas pinceladas generales, y ya incidiré en los sitios con más encanto en otras entradas más cortas.
Ruta en coche por Suiza y sur de Alemania
Día 1. Guadalajara—Bordeaux
Teníamos muchas ganas de conocer Burdeos, con uno de los conjuntos arquitectónicos del siglo XVIII más fabulosos de Europa. Desde 2007 Burdeos es Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, en concreto el espacio protegido de 150 hectáreas del casco viejo y 1810 hectáreas que comprenden tanto edificios antiguos como de arquitectura moderna. Es una ciudad grande y para acceder a ella en coche en hora punta no resulta acogedora: mil semáforos que se cierran cada pocos segundos, y que dan la sensación de caos. Nada más lejos de la realidad: Burdeos es una ciudad muy bonita y cómoda para pasear, una vez que dejamos el coche en el parking del hotel. Hicimos un recorrido muy agradable por el casco histórico disfrutando de sus calles y monumentos. Llegamos a la magnífica Place de la Bourse, donde Sara y Beatriz querían hacerse fotos en las fuentes que hay en el paseo, en el llamado Miroir d’Eau (Espejo de agua). Estas fuentes despiden agua pulverizada que forma una superficie-espejo en el que se reflejan los edificios de la plaza.
Alojamiento
Muy bien situado, cama cómoda, y en general, estancia muy agradable.
Coordenadas GPS: N 44° 50′ 18.64″, W 0° 35′ 10.56″
Día 2. Bordeaux—Beaune
La parada turística de ese día fue en para ver El Couvent Sainte-Marie de La Tourette, en Eveux a unos 25 km al oeste de Lyon. El convento es una obra emblemática de Le Corbusier, realizada en 1959, y que merece una entrada aparte para los amantes de la arquitectura. LLegamos a Beaune cansados y con ganas de ducha, cena y cama, que al día siguiente teníamos unas maravillosas excursiones y necesitábamos estar en forma.
Alojamiento
Correcto como todos los de esta cadena, quizás un poco más anticuado que otros que conocemos. Sencillo y funcional. Me pareció un poco caro en relación a lo que ofrece, pero todo por la zona tiene unos precios intocables.
Coordenadas GPS: N 47° 1′ 11.02″, E 4° 50′ 6.21″
Día 3. Beaune—Ginebra
A primera hora de la mañana nos dimos un paseo por Beaune desde el hotel al casco antiguo, que está muy cerca, y pudimos disfrutar de su palacio ducal, sus tiendas de vino, y comprobar la peculiaridad de sus tejados.
El siguiente destino era arquitectónico, a 36 km: las Salinas Reales de Arc-et-Senans, de Ledoux, que mi fotógrafo tenía muchas ganas de conocer. También escribiré entrada aparte.
Ya casi llegando a Suiza paramos a ver el Château de Joux, pero no lo pudimos visitar porque estaba en rehabilitación. De todas maneras muy bonito, y con un entorno espectacular.
La llegada a Suiza nos sorprendió, porque por donde entramos nosotros es un terreno lleno de viñedos, y desconocíamos que hubiera tantos.
Alojamiento
Muy buen hotel. Si vas en coche, perfecto para desplazarte en pocos minutos a Ginebra, y a pesar de estar al lado del aeropuerto está perfectamente insonorizado. De precio, caro, pero es que en Suiza todo es caro. Desayuno correcto sin más.
Coordenadas GPS: N 46° 13′ 40.8″ E 6° 05′ 09.9″
Día 4. Ginebra—Berna
En pocos minutos nos plantamos en esta cosmopolita ciudad que se extiende en el extremo occidental del lago Leman. Cerca de él y de la Vieille Ville hay varios aparcamientos.
Espectacular el famoso Jet D’Eau, un chorro de agua de 140 m de altura. Me encantó ver el reloj floral en la entrada del Jardin Anglais. Sabrás dónde está porque hay un montón de japoneses haciéndose sus fotos en él. La Vielle Ville se concentra alrededor de la catedral y de la Place du Bourg-de-Four. Calles pequeñas y empedradas con sus casas de caliza en contraste con los grandes bulevares llenos de tiendas de lujo.
Cogimos la carretera que pasa por Lausana y Montreaux y que bordea el lago por la orilla Norte. ¡Maravillosa! Muy cuidada, con sus villas a pie de lago y con las laderas de sus montañas cubiertas de viñedos. Pudimos pasear un rato junto lago en Lutry, pegado a Lausana, donde hay un acceso al lago estupendo para disfrutarlo, y unas casas preciosas. Muy recomendable.
En el otro extremo del lago pudimos ver el Château de Chillon. Aunque nos tocó con andamios, es impresionante.
A 100 km teníamos nuestro siguiente destino: Berna. Llegamos al hotel prontito y nos dió tiempo a darnos un paseo de un par de horas, ya anocheciendo, y con todo cerrado, pero pudimos apreciar el encanto que tiene esta ciudad. También está bien surtida de aparcamientos cerca del casco, que es uno de los mejores conservados de Suiza: hermosas casas de tejados rojos, pintorescos soportales, y fuentes pintadas de colores. Ambiente muy tranquilo.
Alojamiento
Correcto. Tuvimos un problema con un puerta de una de las habitaciones que intentaron solucionarlo lo antes posible. La habitaciones tienen unas vistas preciosas a una escuela hípica.
Coordenadas GPS: N 46° 57′ 30.8″, E 7° 27′ 48.3″
Día 5. Berna—Interlaken
Una de las mañanas más deliciosas que hemos pasado en el viaje fue la que dedicamos a pasear por Thun, a menos de 30km de Berna. Merece una entrada para ella solita. Por la orilla este del lago Thunersee se pueden visitar los castillos de Hunneg y Oberhofen, este último impresionante, a la orilla del lago.
Por la orilla oeste paramos a pasear un rato por Spiez, y disfrutar de su castillo, de su pequeño puerto y sus deliciosas aguas turquesas. Tras una intentona fallida (por la metereología, las únicas gotas que nos cayeron, y que agradecimos) de visitar el pequeño lago Blausee y el más imponente Oeschinensee, y pudiendo apenas disfrutar del valle, seguimos camino a Interlaken, nuestra base para esa noche. Esta ciudad nos resultó muy curiosa: literalmente el 90% de las personas que nos encontramos eran árabes, que deben de haber encontrado un lugar perfecto para pasar sus vacaciones. Yo ya dudaba si estábamos en Suiza o algún país árabe. Tiene un entorno montañoso fabuloso y me encantó la explanada que se extiende dentro de la ciudad, delante de los grandes hoteles y del casino, llamada Höhenmatte, y donde se disfruta del aterrizaje de los parapentes. Nosotros no nos atrevemos a esto pero debe de ser impresionante.
Y ya agotados, pronto a la cama, que al día siguiente nos esperaba una de las excursiones más bonitas de todo el viaje.
Alojamiento
Sin lujos, muy práctico. Cogimos un apartamento para 5 personas, con una pequeña cocina y nos dimos una estupenda cena homenaje con productos locales.
Coordenadas GPS: N 46° 40′ 54″, E 7° 51′ 14″
Día 6. Interlaken—Singen
Madrugamos para ir por una carretera de ensueño a través del valle de Lauterbrunnen, hasta el aparcamiento de Stechelberg. Es allí donde se coge el funicular que te lleva a Schilthorn en cuatro tramos. Puedes acomodar tus etapas según te convenga, y pagas según la estación más lejana a la que quieras llegar. En la cima de Schiltorn hay un restaurante temático sobre 007, que a nosotros no nos interesaba demasiado y optamos por quedarnos en la parada anterior, Birg, donde hay un mirador con suelo de cristal desde el que se tienen unas vistas que impresionan de las montañas, la imagen que todos tenemos en mente de los Alpes Suizos.
Si haces clic en la foto se abrirá en una nueva ventana. Poniendo el zoom al máximo la podrás ver a tamaño real. Tienes que encontrar el dron que volaban unos suizos. Arriba a la derecha se ve la estación de Shilthorn
Al bajar paramos en Mürren, pueblecito pintoresco del que te hablaré en una entrada aparte. Allí un amable ciudadano japonés nos hizo esta foto:
Abandonamos el valle de Lauterbrunnen, y bordeando el Brienzersee tomamos la carretera para Luzern. De camino paisajes como este:
Nuestro siguiente destino era un paseo por Zürich, pero tuvo que ser muy rápido porque eran las 3 de la tarde y hacía 34º, y nos tuvimos que reservar porque nos esperaban las Cataratas del Rhin, y queríamos llegar en un estado aceptable. Nuestro amigo Paco Merino, que vive allí, nos había hablado mucho de la ciudad, y nos dio una idea bastante precisa de lo que nos íbamos a encontrar: ciudad preciosa y animada, emplazada a orillas de un lago y con calles empedradas en su casco antiguo, y mucho lío de tranvías y bicicletas.
Las cataratas están a 52 km de Zürich. Es un sitio precioso del que te hablaré más detenidamente.
Alojamiento
Correcto, no preparado para el calor tan tremendo que hacía, es decir sin aire acondicionado, y con recibimiento de edredón extragordo. Nada que no se pueda solucionar con una ducha y mandar el edredón al armario. Singen simplemente nos sirvió para descansar, por cercanía de las cataratas.
Coordenadas GPS: N 47° 45′ 52.8″, E 8° 50′ 30.9″
Día 7. Singen—Schwangau
La mañana la pasamos en Konstanz (Alemania), a orillas del lago Constaza —para nosotros, para ellos Bodensee—. Si paras a pasear un rato no dejes de visitar la panadería Reginbrot, con panes ecológicos —¡gracias, Merino!—. Al mediodía hicimos nuestro picnic en Überlingen, pueblo turístico volcado en actividades acuáticas. El destino del día era llegar a Schwangau para poder dar un paseo con tranquilidad. Esa tarde cenamos unas salchichas típicas de Baviera a la brasa y nos acostamos pronto, que al día siguiente teníamos que madrugar para visitar el castillo más famoso —con razón— de toda Alemania y del que merece que en otra ocasión te cuente más cosas. Destino muy recomendable.
Alojamiento
Teníamos nuestras dudas en coger un hotel en un sitio tan turístico, ya que está a los pies de los castillos de Neuschwanstein y Hohenschwangau, pero acertamos de pleno. Muy bien situado, nos facilitaron las entradas sin tener que esperar cola para conseguirlas. Habitaciones muy sencillas, pero correctas. Restaurante donde se pueden degustar las salchichas típicas que antes te decía.
Coordenadas GPS: N 47° 33′ 21.0″, E 10° 44′ 25.5″
Día 8. Schwangau—Augsburg
La mañana la pasamos en el castillo de Neuschwanstein, del que ya te he comentado que escribiré más detenidamente.
Por la tarde visita a Wieskirche, para ver esta iglesia que fue proclamada Patrimonio de la Humanidad en 1983, de estilo rococó y con un entorno muy tranquilo.
Llegada a Ausburgo con 38º, ducha en el hotel y salir a dar un paseo por una animada ciudad, en la que turistas y residentes combatían el calor en las terrazas de la Rathausplatz con unas copitas de cerveza de a litro.
Alojamiento
El hotel estaba bien, con un desayuno espectacular, pero el calor influyó muy negativamente en mi valoración. No tenían aire, el wifi no les funcionaba, además de tener una ropa de cama para soportar el más duro de los inviernos. Está a las afueras de Augsburg y lo recomendaría para una visita en una época más fresca.
Coordenadas GPS: N 48° 20′ 54.1″, E 10° 52′ 34.2″
Día 9. Augsburg—Wurzburg
Día muy intenso, por la mañana temprano visitamos Ulm, con un mercado del que merece un post y un buen paseo virtual.
Nos quedamos impresionados del Lago Blautopf, a unos 20 km al oeste de Ulm, sitio del que tengo que hablar más detenidamente y del que te dejo una foto para que vayas haciendo boca.
Por la tarde nos dedicamos a ver castillos, que no pudimos visitar por dentro por falta de tiempo, pero sí su entorno: el Schloss Lichtenstein y el Burg Hohenzollern —que ilustra la entrada de hoy—, al que se accede por un camino entre árboles que hacen de la subida una delicia.
Y a última hora de la tarde, ya cansados, no quisimos dejar de parar en Rothemburg ob der Tauber. Aparcamos en cuanto pudimos y dimos un paseo por una ciudad con arquitectura medieval y renacentista que parece de otros tiempos, llena de tiendas de muñecas antiguas, y pastelerías con los dulces típicos en forma de bola, las Schneeballen, cubiertas de azúcar en polvo, canela, chocolate y distintos glaseados. Nos alojamos cerca de Würzburg: llegamos para ducha y cama.
Alojamiento
Bien, funcional y recomendable. Desayuno correcto y a pesar de estar situado al lado de la carretera, sin ruidos.
Coordenadas GPS: N 49° 43′ 53.0″, E 9° 59′ 36.3″
Día 10. Würzburg—Oberkirch
268km
Paseo mañanero por Würzburg, sin problemas para aparcar el coche, impresionante la Residenz barroca, antiguo palacio de los principes obispos declarado Patrimonio de la Humanidad.
Nuestro siguiente destino Baden-baden, ciudad llena de terrazas, hoteles con balnearios y tiendas carisísimas. Aparcamos en uno de los aparcamientos del centro y dimos un paseo tranquilo, callejeando y haciendo parada en sus jardines.
No queríamos dejar de visitar ese día uno de los pueblos que nos habían recomendado, Sasbachwalden, con fama de ser uno de los pueblos de la Selva Negra más bonitos, curiosamente sin abetos y sí con viñedos Alde Gott, la uva típica de esta región. Casas cuidadas con mimo y un pueblo muy tranquilo y recomendable.
Agotados de nuestras excursiones llegamos a Oberkirch, donde nos encontramos con el hotel con más encanto de todo el viaje.
Alojamiento
Funcional, cómodo, las habitaciones dan al campo, con su salida directa al práu. El restaurante, más que recomendable; el sitio, muy relajante. ¡Nos encantó!
Coordenadas GPS: N 48° 30′ 31.3″, E 8° 05′ 26.6″
Día 11. Oberkirch—Nancy
Nuestra primera parada en Gengenbach, pueblo con las típicas casas de la zona, y muy agradable para dar un paseo mañanero.
La ruta nos llevó a través de la Selva Negra hasta las cascadas de Triberg, sitio muy turístico e impresionante del que ya te hablaré. Con este paseo por las cascadas dijimos adiós a la Selva Negra y a Alemania. Auf wiedersehen!
Entramos en Francia cruzando el Rhin de nuevo, más caudaloso ahora, para llegar a Colmar, tan bonita…para pasear sin hartura, te das una vuelta por una calle disfrutando, y te metes por la siguiente a cual más pintoresca. Muy recomendable.
Desde ahí una escapadilla arquitectónica de la que ya te hablaré también a ver Notre Dame du Haut, en Ronchamp, y de ahí a Nancy, a cenar y a acostar.
Alojamiento
Aparthotel Adagio Access Nancy Centre
Edificio ultramoderno, funcional, con habitaciones a las que han incorporado una pequeña cocina. Para una noche, de relación calidad-precio está bien, sobre todo por la situación, ya que a 10 minutos andando estás en el centro de Nancy.
Coordenadas GPS: N 48° 41′ 37.1″, E 6° 11′ 28.6″
Día 12. Nancy—Reims—París
Con una entrada tan larga no quiero extenderme ya más. Nancy tiene un conjunto arquitectónico del siglo XVIII incluido en el Patrimonio Mundial por la UNESCO desde 1983: no dejes de ver la Plaza Stanislas, la Plaza de la Carrière y la Plaza d’Alliance. En la 21 Rue de Gambetta, a escasos 100 m de la Plaza Stanislas, podrás encontrar los afamados macarons de Nancy, y en tu paseo un montón de boulangeries que harán las delicias si quieres comer pan francés recién hecho por la calle.
Siguiente parada, París, donde durante unos días yo iba a hacer mis cursos de cocina y repostería que acostumbro todos los años para formarme aprendiendo, si puedo, de los mejores. El alojamiento es el mismo desde hace unos años, la agencia con la que lo contrato es Lodgis. Puedes consultar según tu presupuesto y la zona donde te quieras alojar. A mi me ha funcionado siempre muy bien.
De París a casa lo hicimos con una parada en la frontera, ya en España. Carretera muy cómoda y no demasiado tráfico.
Si me has leído hasta aquí te felicito, porque me he extendido cosa fina. Ojalá te haya hecho soñar y por un momento te hayas podido olvidar de todo.
Su