La arquitectura de Le Corbusier: Convento de La Tourette, en Eveux

Como bien sabéis los que nos seguís desde hace tiempo, en nuestros viajes intentamos ver in situ la obra de Le Corbusier. No nos pillaba de paso, pero con un ligero desvío de 90 km pudimos ver otra de sus obras emblemáticas, el monasterio de La Tourette, construido entre 1953 y 1960 en Eveux, a unos 25 km de Lyon. Es la última gran obra de Le Corbusier en Francia. Es una obra de madurez cuya fuerza, riqueza y complejidad son tales que en 1986 los arquitectos franceses la eligieron como la segunda obra contemporánea más importante después del Centre Pompidou de Piano y Rogers. En sus orígenes y por la cercanía a Lyon, se instauró como centro de estudios de los dominicos; hoy en día hay diez hermanos y el centro está abierto para acoger diversas actividades de investigación y para la persona que quiera alojarse unos días en el ambiente de recogimiento propio de estos sitios.

Convento de La Tourette, en Eveux

Lo primero que ves cuando llegas al edificio es que el edificio reposa sobre el suelo, sino que más bien cuelga del cielo, de la planta horizontal de la cubierta común y que toca suelo con unos soportes de hormigón. Sólo la iglesia y la cripta están en contacto con el terreno. Desde el cielo al suelo los niveles distinguen la vida individual, la intelectual y la vida en comunidad y los servicios.

Nos llamó la atención:

• El edificio en forma de U aloja las celdas que miran hacia el exterior contrariamente a lo que sucede en otros conventos.
• Los paneles al estilo Mondrian, con los colores primarios tan característicos de este pintor.
• El atrio se abre sobre los tres espacios que son simbólicos para la comunidad: el cabildo, el comedor y la iglesia.
• En la iglesia se aprecia este concepto de construcción desde el cielo hasta el suelo: el techo permanece horizontal siendo el suelo el que se adapta al desnivel.
• En el comedor hay dos tipos de aberturas, paneles de vidrio ondulados y paneles al estilo Mondrian.
• Es muy impactante como entra la luz en la cripta, a través de tres lucernarios orientados en diferentes direcciones y pintados en su cara interior de rojo, negro y blanco. Este último dirige la luz hacia el altar de la capilla del sagrario de la iglesia.
• La iglesia es el único espacio que no se abre a la naturaleza: tiene unas coloridas aberturas que según el paso de los días y las estaciones forman diferentes efectos en el espacio.
• En la iglesia la proporción entre la nave de los fieles y el coro de los frailes está invertida con respecto al concepto tradicional.: el coro es vez y media la nave.
• Además la entrada principal de la iglesia, con una puerta de grandes proporciones, es la que conecta con el convento, en el atrio, mientras que la entrada de los fieles se realiza a través de una puerta de proporciones humanas situada en una esquina de la nave.
• La cripta es el único sitio del convento donde la pendiente del suelo sigue la inclinación natural del suelo, en una especie de conexión con la tierra.

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Cuando terminamos la visita nos dimos una vuelta por el entorno, que es precioso. Se puede aparcar el coche a la entrada del convento, entre los árboles que hay a cada lado de la carretera de entrada. Solamente se puede acceder al monasterio con visitas guiadas (en francés). Si estás interesado es conveniente que consultes su página web.

Tuvimos una anécdota muy curiosa con la persona que nos guió en la visita, pero te la tengo que contar en otra entrada, cuando te hable de otra jornada sobre Le Corbusier en el viaje de este verano. Es cuando le verás la gracia.

Otras obras de Le Corbusier que hemos visitado y de las que hemos hablado:

• Casa La Roche, de Le Corbusier, en París
• Poissy: de arquitectura y panes

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