Cocina de inducción: ventajas y desventajas
Esta cuestión nos la planteamos todos cuando por las circunstancias que sean tenemos que cambiar de placa en nuestra cocina. En este tema hay opiniones para todos los gustos, y yo voy a dar la mía: una opinión basada en los resultados de muchos años cocinando a lo bestia.
Cocina de inducción: ventajas y desventajas
Para despejar dudas en este tema hay que tener una visión general de las alternativas existentes de uso cotidiano: gas, vitrocerámica e inducción.
Gas
El gas es lo que más se aproxima al fuego tradicional: es muy rápido al transmitir el calor, admite todo tipo de cazuelas y tanto los fogones como la fuente de energía utilizada son los más asequibles. Es la forma de cocinar preferida de los cocineros.
Ventajas | Admite todo tipo de cazuelas |
Desventajas | La limpieza |
Vitrocerámica
Las vitrocerámicas son cocinas con una placa de cristal vitrocerámico entre la fuente de calor —unas resistencias eléctricas— y el cazo o sartén que se va a guisar. Las resistencias calientan esta placa de cristal y ésta transmite su calor a los recipientes de cocina que se colocan encima de las zonas para cocinar.
Ventajas | Son más baratas que la inducción y se puede cocinar en ellas con cazos y sartenes de cualquier material. Para usar cazuelas de barro existen unos difusores que hacen que se reparta mejor el calor. |
Desventajas | Tardan más en enfriarse y la limpieza no se puede realizar bien hasta que no está fría. Además, si se derrama algo, se quema, y como no se puede limpiar bien hasta que no esté fría, se quedan unos restos curiosos en los que es necesario meter la rasqueta que viene con la placa para estos menesteres. |
Inducción
Estas placas en vez de generar calor con una resistencia eléctrica, generan campos magnéticos que calientan por inducción sólo el recipiente donde se cocina la comida, sin calentar el cristal vitrocerámico. Por este motivo no existe la inercia térmica del cristal que está presente en las vitrocerámicas: calienta enseguida, reacciona rápidamente a los cambios de potencia, y al terminar hay muy poco calor residual —el que proviene del cazo o sartén—. La principal pega para cambiarte a la inducción es que no valen todos los cacharros: su base tiene que ser de un material ferromagnético. Para saber si los tuyos son aptos, prueba a poner un imán en la base del cacharro: si el imán se pega, el recipiente es apto.
Ventajas | Sobre todo la rapidez. Son limpísimas, ya que si algo se derrama prácticamente no se queda pegado. Es generalizado que se habla de ahorro en el consumo frente a la vitrocerámica, pero yo personalmente no he hecho comprobación ninguna al respecto. |
Desventajas | Es la opción más cara de las tres. Si además no has tenido nunca inducción, tienes que sumarle la inversión de renovar en gran medida tus cacharros, porque muchos de los que tenías no te valdrán para cocinar en ella. |
Y yo ¿qué uso?
Pues he cocinado en todo. En mi primer piso de alquiler tenía gas. Un horror la limpieza, aunque reconozco que me gusta la alegría que da este tipo de fuego en muchos platos, por ejemplo, a los 10 primeros minutos de cocción de un arroz.
Luego pasé a vitrocerámica —que además es la que tenemos en Cuenca en casa de mi madre—. No se cocina mal, pero me resulta muy, muy lenta, y para limpiarla es también un engorro, menor que el gas, pero engorro, porque me gusta recoger la cocina nada más terminar, y muchas veces la placa no te lo permite porque tiene mucho calor residual.
Luego tuve en mi casa una mixta: dos fuegos de vitrocerámica y dos de inducción, por aquello de aprovechar un montón de cacharros que tenía, entre ellos mi olla WMF, que a pesar del uso estaba impecable y eso que ya tenía 15 años. Al final los fuegos que usaba solo eran los de inducción, como te he comentado, por rapidez y limpieza.
Y desde hace un par de años tengo una placa entera de inducción, y estoy encantada. Responde a todas mis expectativas, tanto en cocción rápida como a fuego lento. Eso sí, mis resultados son mucho mejores desde que he tenido la posibilidad de ir ahorrando para comprarme buenos cacharros de cocina para cocinar en estos fuegos, ya que con cazos y sartenes de buenos materiales se reparte el calor más uniformemente, los ingredientes se pegan menos y las carnes y pescados quedan jugosas. Mención especial para mis sartenes Woll que en la inducción se portan de cine, y mi Cocotte, que vale para inducción y es una joya.
¿Qué tamaño escoger de zona de cocción?
Esto sí que me supuso a mí un dilema: decidir qué tamaños eran los más prácticos. Al final estoy muy contenta con la elección que hice: tengo 3 zonas, una de 15 cm de diámetro, otra de 18 cm y una tercera más grande de 21 cm que se amplía hasta los 32 cm, y que para hacer los arroces me viene de fábula.
¿Hay que tener los cacharros de cocina de la misma medida que las zonas de cocción?
Es conveniente que se ajusten más o menos a las medidas de las zonas de cocción. Si hay mucha diferencia surgen los problemas. Si son más pequeños, por ejemplo el típico caso de las cafeteras pequeñas, puede que la placa no la detecte y no caliente. Por el contrario, en el caso de una sartén muy grande para un fuego pequeño, la zona exterior no calentará bien y se perderá parte de la alegría en la cocción. Si la diferencia es de pocos centímetros, y estos son de un buen material que reparte bien el calor no tendrás problemas.
¿Y marcas?
No he tenido problemas con ninguna marca de las que usado: muy bien con Balay, Bosch y Siemens. En algunos cursos he cocinado con Miele y pluscuamperfectas.
¡Ojo! Sí creo que hay que tener cuidado con el sistema de control de los fuegos. Hoy en día casi todos son táctiles, pero a veces quieren poner tan pocos controles, que con uno sólo tienes que ir eligiendo el fuego que quieres, y con otros dos controlas la potencia, y cuando estás cocinando con tres o cuatro fuegos a la vez, es complicadísimo acertar con rapidez. Prefiero que cada zona de cocción tenga su propia selección, y para mí esto es obligatorio.
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