Tomates de Cuenca: a extinguir
Si me dieran a elegir un solo producto de mi tierra no me quedaría ni con el morteruelo, ni con el ajo arriero, ni con el resolí, ni con el alajú, y mira que me gustan… me quedaría con ¡los tomates de Cuenca!
¿Qué tienen los tomates de Cuenca?
Para mí son únicos, porque crecí entre ellos en la huerta de mis abuelos. Esto me hace una apasionada de este producto. Pero siendo objetiva, son su sabor y su textura perfectos. Si hiciera una cata ciega de un tomate conquense entre otros muchos, sé que acertaría en cuanto lo probara, precisamente por esas dos cualidades. El tomate de Cuenca es hermoso, carnoso, terso y de un color entre rojo y rosado. No sé muy bien cuando se produce la implantación de este tomate en mi tierra. Sí que sé que en la huerta de mis abuelos a finales de los años 50 y principios de los 60 se cuidaba primorosamente esta semilla. Mi abuelo vendía estas plantas de tomate y venían de toda la serranía a buscarlas.
Hasta hace unos 5 años, en agosto, los hortelanos vendían su cosecha. Muchos años venía un poco tardía, y la esperábamos con ansiedad. El producto lo vendían caro, pero nadie discutía el precio. Era fruto de trabajo, sudor y amor a la tierra. Poco a poco los hortelanos se han ido haciendo mayores, y cada vez es más difícil encontrar un tomate.
Este año en la plaza del mercado de Cuenca, había bien pocos. Estos que veis en la foto los consiguió mi padre por un amigo que tiene una pequeña huerta. Me da mucha pena esta situación. Dentro de unos años, el único tomate de Cuenca que verán mis hijas será el de la foto.
Siempre hay que mirar para adelante, pero me cuesta en el asunto gastronómico que vayan desapareciendo productos de toda la vida, que las huertas de la hoz del Huécar se queden en nada… Hasta hace un par de años, en verano nos suministrábamos en la huerta de Isidro, un primo de mis abuelos, pero vendieron sus pedazos a una inmobiliaria, que ha construido más casas… Ellos ya eran mayores y los hijos no querían saber nada de huertas… La huerta es muy esclava, y requiere una mentalidad poco habitual hoy día: no tiene horario, ni vacaciones, y ni siquiera una cosecha segura.
Cuenca era huerta y piedra, pinos y río; ahora, piedra, pinos, río y… ¡turismo!
Siempre que hablo de algún producto de mi tierra, me gusta dejaros una pincelada de un paisaje conquense. En esta ocasión os dejo una foto de un paraje maravilloso, declarado Monumento Natural de Castilla La Mancha por la Junta de Comunidades en 2007. Son las Lagunas de Cañada del Hoyo, que están situadas a 40 km de Cuenca, en un entorno precioso, que os invito a conocer cuando os apetezca visitar estas tierras que tanto quiero.
Su de la Mancha