Menestra de verduras: dos propuestas
Una vez al año, nos damos el lujazo de plantarnos en Tudela sin movernos de Cuenca. Mis fruteros de cabecera, que son los conquenses hermanos Campillo, traen en estas fechas una partida de verduras todas de Tudela, fantásticas. En mi tierra tenemos unas verduras estupendas; todavía hay pueblos como El Picazo que mantienen una producción importante y con un sabor de los de antes. Las huertas de Cuenca —cada vez quedan menos— nos ofrecen sus tomates, pepinos, habas y judías verdes, pero estarán en pleno apogeo en el mercado un poco más avanzada la primavera; los tomates de Cuenca son muy tardíos, y cuando mejor los comemos es en agosto. Pero para disfrutar de espárragos y alcachofas excepcionales me traslado, con permiso de otros sitios donde se cultivan de manera primorosa, a Navarra, cuya fama viene precedida por los más sabrosos productos.
Sobre este tema me preocupa especialmente la competencia de precios que mantienen con el espárrago chino y el peruano, y digo precios, que no calidad, ya que no tienen nada que ver. El problema es que el espárrago navarro es un producto caro —relativamente, porque caro es el consumo de móvil y estamos enganchados al teléfono todo el día—, pero tiene una calidad tan extraordinaria, un sabor tan magnífico, que bien vale cada euro que nos cobran. Entiendo que no es para meter en la compra del día a día, pero como todo, es cuestlón de prioridades. Lo que no podemos es meter en nuestra cesta espárragos chinos, a euro la lata, porque son agua y cuatro hebras —los chinos tendrán otros productos buenos, no lo discuto—. Lo normal es que vayamos con prisa, veamos la oferta, no nos entretengamos en leer el origen del producto, nos los llevemos a casa, y cuando los utilicemos descubramos que no valen ni para una ensalada de lo mediocres que son, por decir algo fino. No soy una experta en cuestiones de importación de frutas y verduras, pero lo que yo veo es que muchas de las ofertas son de productos extranjeros, como por ejemplo las naranjas de sudáfrica: parece que ahorras, pero por regla general para obtener el zumo que da una naranja valenciana necesitas cuatro de las importadas.
Esta es mi pataleta particular, porque creo que esta manera de enfocar el mercado es imparable. Aprecio el esfuerzo titánico por cambiar esto de muchas marcas, con un producto autóctono y ecológico, que intentan abrirse mercado, pero siempre tendrán el handicap del precio, y de nuestra propia manera de priorizar gastos, cuando al fin y al cabo lo que nos jugamos en la compra diaria es algo tan importante como nuestra salud.
Yo hago la menestra de verduras de dos maneras distintas. La primera es la que hacemos en casa cuando compro la verdura navarra y nos damos un homenaje estupendo, cociendo las verduras por separado, guardando el caldo de la cocción y preparando una salsa, en la que se funden todos los sabores.
La segunda es la que siempre se hace en casa de mi madre, estofando las verduras en crudo desde el principio. Como rápida, fácil y extraordinariamente sabrosa, la propuesta de mi madre. Un poco más entretenida, pero absolutamente espectacular de sabor, la primera propuesta. Vosotros decidís.
Ciertamente, la menestra es un plato que admite todas las verduras, no sólo las que yo os propongo, y tanto sola como de acompañamiento es, a mi parecer, uno de los platos más ricos de la gastronomía española. Una lectora navarra muy querida, María, me cuenta que en Navarra la menestra sólo se hace con alcachofas, guisantes y esparrágos y que acompañando a un buen cordero de leche ¡es el no va más!
La foto que ilustra esta entrada es mi bodegón particular de verduras que me ha fotografiado Mc. Igual que mucha gente opta por ponerse de fondo de pantalla una playa del Caribe con sus aguas azules y sus palmeras, yo me he puesto esta colección de verduras, que me inspira y me apasiona.
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