Muslos de pollo en salsa de soja y patatas ‘a murro’
Muslos de pollo en salsa de soja y patatas ‘a murro’
Ingredientes
- Unos muslos de pollo —lo ideal es dos por persona—
- 2cucharadasde miel
- 5cucharadasde salsa de soja
- 2cucharadasde aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Pimienta
- Unas gotas de limón
- 1vasode agua
- Unas patatas nuevas
- 2tomates maduros
- Una cebolleta
- Unos canónigos de bolsa o la lechuga que te guste
Preparación
- Precalentar el horno a 200°
- Pon en una fuente apta para el horno los muslitos.
- Ponles un poco de sal y de pimienta por un lado y por otro.
- Con una cuchara pequeña, poner un poco de miel encima de cada muslo.
- Reparte las cucharadas de soja por encima de todos los muslos y ponles unas gotas de limón.
- Añádele el agua.
- Mete la bandeja en el horno con cuidado: pesa un poco y además te puedes quemar.
- Lava las patatas, los tomates y la cebolleta, y sécalos.
- Envuélvelos en papel de aluminio pieza por pieza y mételos en el horno en la misma bandeja. Lo normal es que te quepa al lado de la fuente de los muslos si no es muy grande; si no, colócalos en otra bandeja y la metes en el horno debajo de la de los muslos.
- Cuenta media hora, y pasado ese tiempo, le das la vuelta a los muslos con unas pinzas. También da la vuelta con las pinzas al resto de ingredientes que has envuelto en papel de aluminio.
- Cuenta 15 minutos más y saca los tomates y la cebolleta.
- Cuenta otros 20 minutos más y mira como van los muslos. Total tiempo de horno unos 65-70 minutos, dependerá de la cantidad y el tamaño de los muslos. Lo normal es que estén doraditos y los tengas que sacar ya… Pide ayuda.
- Pincha con un palillo de brocheta las patatas y comprueba si están tiernas. Si es así, sácalas también y que un mayor te enseñe cómo se abre el papel de aluminio sin quemarte, para que no generen humedad.
Montaje
- Manda a todos que se sienten.
- Con cuidado, pon los muslos en cada plato según apetito. Ponlos chulos, y échales un poco de salsa por encima. Pon un tomate asado, un trozo de cebolleta —a quien le guste—, y con una manopla en la mano, le das un golpe fuerte a cada patata y la sirves con piel y un poco de sal gorda. Esta forma de hacerlas es una especialidad portuguesa, que se llama a murro, y que les va a encantar a todos.
- Sacas los canónigos de la bolsa y los añades —vienen ya lavados— y les pones un poco de sal, vinagre y aceite, justo antes de servir.
Todos, más o menos, estamos concienciados con el tema de meter a los niños pequeños en la cocina, o por lo menos, presentarle los platos atractivos, para que coman de esto o de aquello, intentando que vean el mundo de la cocina de una manera cercana y atractiva. Muchas veces hemos comentado las dificultades que hay hoy en día por la falta de tiempo de los padres.
Pero mucho peor es el tema de los adolescentes, cuando se conjuga esta falta de tiempo, con la explosión de hormonas, y con descubrir lo ideal que son las nuevas tecnologías y no estar pegado a las faldas de tu madre —y menos en la cocina— y en la que los amigos cobran una importancia extraordinaria y todas las conversaciones giran en torno a mil temas, ninguno de ellos relacionado con las cazuelas.
Afortunadamente de momento no padezco este tema —ya veremos las vueltas que va dando la vida—, porque a mi hija mayor, de 13 años, le gusta comer bien y como en casa gran parte del tiempo libre que tenemos lo pasamos en la cocina, lo ha vivido como algo natural, pero sé que esto no siempre es así y en muchos de vuestros correos así me lo confirmáis.
Las recetas que se plantearán para ellos son aquellas que puede realizar un joven desde los 13 años en adelante, o incluso un poco antes. Probaré a que las haga mi hija, y siempre tendré en mente que les resulten atractivas no sólo a ellos, sino también al resto de la familia, e incluso que se vayan lanzando a preparar alguna merienda para amigos en casa. Sí, sí. He dicho casa. No es obligatorio reunirse en los burguer o en pizzerías —que parece que solo les gusta eso—. Es como si reunirse en casa les hiciera a sus propios ojos más infantiles… Pues no, todo lo contrario: podemos convertirlo en que lo vean como un punto de madurez. Que se ocupen de acompañarnos a preparar la compra de la fiesta o reunión y con un mínimo de ayuda sean capaces de darse la satisfacción de preparar algo rico para merendar. A partir de ahí, nos quitaremos de en medio, arrastrando con nosotros a los hermanos pequeños, y ¡que disfruten de su merienda, sus risas por cualquier tontada, y su musiquilla! El plan tiene buena pinta, ¿eh?
Hoy empezamos con la primera receta en la que me dí cuenta de lo que podía hacer perfectamente un jovencito, porque su grado de dificultad es nulo y les gusta mucho a la hora de hincarle el diente.
El único cuidado es el horno, tanto al meter como al sacar los alimentos, pero a esta edad se acostumbran enseguida a manejar manoplas y aprenden rapidísimo. Otra cosa que ayuda mucho es que la cocina va más rápida que con un niño al que hay que ir motivando como un juego para que no se canse. Con mozuelos podemos ir enseñando poco a poco nuestros trucos de cocina. Una cosa que les cuesta mucho es lo de la probatura de la comida para ver si está en su punto o hay que rectificar. En este punto, paciencia. Mi hija siempre aspavienta con lo que se quema, y le cuesta discernir un poco el punto de sal a añadir. Esto no nos tiene que preocupar porque el paladar de probaturas se adquiere con el tiempo.
Nota para los adolescentes
Ya que te han convencido tus padres para que prepares la comida, lee por favor con interés unos consejillos para ponerte con las manos en la masa:
• Lávate esas pedazo de manos
• Los pelos recogidos; si lo tienes corto, mejor
• Ponte un delantal: ¡ya te valdrá el de tu madre!
• Deja el iPod en el cuarto; las primeras veces te hará falta un poco de concentración; sé que es difícil hacer algo sin música ¿podrás intentarlo?
• Deja puesto en los 30 grupos que tienes en Whatsapp que estas cocinando, a ver si la panda se pica
• No pasa nada porque no respondas a un mensaje del móvil mientras estés en la cocina; tus amigos seguirán ahí incluso después de que acabes de cocinar
• En los tiempos de espera, ve recogiendo cacharros. Ya, ya sé que es mejor apoyancarse en la encimera y mirar, pero luego te dará mucho gusto tener la cocina recogida y ver a tu madre o a tu padre con una sonrisa estupenda
• Aprende a poner el reloj del horno para que te avise cuando debes mirar si la comida está hecha o tienes que darle la vuelta. El tiempo pasa volando en la cocina
• Siempre manipula el horno con unas manoplas
• Ya sabes que utilizar el fuego es fácil y con ciertas precauciones que te habrán explicado tus padres, podrás realizar unas cosas buenísimas. Es fácil, pero peligroso. ¡Ten cuidado, anda!
• Por último imprime la receta, coloca los ingredientes y prepara todo. Necesitaras a un adulto cerca, por lo menos las primeras veces
¡Anda y tira para el comedor con tu plato hecho por tí, que vas a comprobar lo que es tener a tu familia feliz!