Rosca de yema de A Guarda, Pontevedra
La rosca de yema no es mía, aunque no me quedaré sin hacerla.
Es de la pastelería Rogelio, en A Guarda, en el número 14 de la calle Joaquín Alonso.
Llevan haciendo estos dulces tan ricos desde 1967 y cómo me estáis animando a que os haga este tipo de recomendaciones gastroviajeras de cosas que merecen la pena, aquí os dejo una pincelada de este dulce tan fantástico, y unos apuntes sobre la zona, aunque la verdad, dar unas pautas de posibles excursiones es una tontería porque es una tierra maravillosa, y vayas donde vayas encuentras preciosas playas, monte verde, y magníficos productos gastronómicos para todos los gustos.
Empezó nuestra excursión en Baiona: seguro que los que no habéis estado por allí habéis visto fotos mil veces de su magnífico Parador, pero es mucho más: enamora pasear por sus calles sin prisa, mirar el trasiego de barcos deportivos, y el colorido que imponen los muchos turistas que hay —sí, los hay, como en cualquier sitio en agosto, y a mí no me molesta, porque todo el mundo tiene derecho a disfrutar de lo que más le guste—. Pasear por el Parador Conde de Gondomar, que es como una fortaleza medieval, ubicado en la península del monte Boi, y admirar las vistas del océano desde lo más alto es una de las cosas más relajantes que se pueden hacer en tu parada en Baiona. El Casco Antiguo, declarado conjunto de interés histórico-artístico, me enamoró: es como pasear en otra época, por calles estrechas y empedradas. Conclusión: sitio muy turístico, muy cuidado, y una delicia para pasear. De toda esa zona me había hablado mi amiga Mezquita, que vive en Gondomar, que no se quedó corta contándome las delicias de su tierra, y a la que no pude ver en esta ocasión.
La siguiente parada a 30 Km de Baiona fue A Guarda donde paramos a comprar la Rosca de yema que os comento al principio del post, y a dar una vuelta por el pueblo. Espectacular la zona del puerto, y cualquier calle hasta llegar a él.
Pero es parada obligada el Monte de Santa Trega, un sitio donde dan ganas de quedarte tranquilamente todo el día, y en el que estuvimos menos de lo que quisimos porque queríamos subir antes de comer. Hay unas vistas espectaculares de la desembocadura del río Miño y Portugal desde el Mirador del Pico de San Francisco. A media ladera hay un castro celta único y bien conservado que merece la pena visitar. Para los que os guste la historia os dejo un enlace donde explica cosas interesantísimas de este lugar. El acceso en coche a estos dos sitios cuesta 1 euro por persona, cantidad que queda amortizada en la primera curva ante semejante maravilla.
En la bajada del monte, entre eucaliptos y con un tiempo maravilloso, comimos una empanada de bacalao, como sólo un gallego sabe hacerla, quesos y jamón, la rosca de yema y unas peras de la zona llamadas urracas: comida campestre con amigos que nos supo a gloria.
No hay nadie que vaya por esta zona que no tenga curiosidad por pasar a Portugal y ver el reclamo más importante que tienen en esa zona, que es una multitud de tiendas de avíos para vestir la casa.
Al lado de A Guarda, en Camposancos, se coge un transbordador que te deja en Carminha, en Portugal, en un viaje que no dura más de 5 minutos, muy cómodo si vais en coche —aunque también se puede ir a Tui y cruzar por carretera—. Desde allí hasta Valença hay unos 30 km. Es conveniente dejar el coche fuera del casco histórico y a partir de ahí, pasear, y pasear, viendo mantelerías, servilletas, albornoces, edredones, sábanas… De barato nada, pero hay mucha tienda donde elegir. Me gustó especialmente y con diferencia Casa Azul, con una calidad y un gusto exquisito. Además tengo muy buen recuerdo de la zona, ya que al llevar a mi amiga de cicerone, como se conocía muy bien todas las tiendas, sabía dónde comprar cada cosa. En una de las tiendas encontramos, entre todas las piezas que tenían, un juego de tenedor, cuchara y cuchillo maravilloso, y suelto, por lo que lo conseguimos a buen precio. Vino para casa y cualquier día lo veréis en nuestras fotos.
Bueno, ¿qué? No me digáis que no os apetece coger el coche y salir pitando para Galicia…
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