Generic filters
Exact matches only
Search in title
Search in content
Search in excerpt
Publicidad

Cómo fotografiar comida (I). Escena, encuadre y composición

No suelo yo prodigarme con esta técnica de escribir. Para vuestro bien, lo mío es más la fotografía y la informática del sitio, porque si tuviérais que hacer mis recetas…

A lo que vamos. Escuchando las voces de los muchos que le habéis pedido a Su que explicara cómo estaban hechas la fotos, me propongo contaros mis —humildes por otra parte— experiencias en esto de la fotografía culinaria. No pretendo en ningún caso que esto sea un curso de fotografía culinaria, sobre todo porque no soy quién para impartirlo. Digamos que son mis reflexiones de todo el proceso de aprendizaje que he tenido desde que webos fritos existe. Al fin y al cabo, estas recetas se parecen bastante a las de cocina: con los mismos ingredientes y la misma preparación, cada cocinero le da su toque. ¡Ojalá os sirvan para darle a vuestras fotos el vuestro!

Y pensando en cómo empezar, he decidido que os debo hablar de cuatro aspectos fundamentales:

  • Escena, encuadre y composición
  • El punto de vista
  • El foco
  • La luz

Aunque están enfocados claramente a la consecución de la fotografía de una receta acabada, en gran medida son aptos también para realizar un paso a paso. Hoy os voy a hablar unicamente del primer tema, y dejaré los demás para otros días.

Escena, encuadre y composición
La escena
Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de enfrentarse a hacer una fotografía en general es pensar qué queremos contar. El fotógrafo debe eliminar todo lo que distrae y aderezar con todo lo que realce la idea. Con la fotografía culinaria el saber qué contar está garantizado conforme sale el plato de las manos del cocinero. Nadie como él para saber en qué hay que hacer énfasis. Teniendo en cuenta que en casi todos los casos de blogs gastronómicos, los papeles de fotógrafo y cocinero coinciden en la misma persona, ni siquiera es necesario transmirtirlo.

¿Por dónde empezar?. Cuando uno va a guisar, va a la cocina; para dormir, al dormitorio, y para fotografiar… ¡a donde le dejen a uno ponerse! No solemos contar en casa con un espacio acondicionado para estos menesteres; simplemente sacamos la cámara y empezamos a darle al dedo. Es cuando llegas al ordenador cuando lamentas no haber quitado de ahí el rollo de papel de cocina que sale al fondo, o la olla exprés que produce ese brillo que atraviesa el plato. Este seria un típico ejemplo de foto tomada sobre la marcha:

Primer consejo

Prepara una mesa —o incluso el suelo directamente— quitando todos los utensilios y lo que pueda haber antes de colocar el plato que vas a fotografiar.

Ahora sí que es el momento de sacar la cámara, y de que al mirar por el visor o la pantalla sólo aparezca el plato. Y digo bien: el plato. La comida debe aparecer después:

Segundo consejo

Cuando se pone la comida en el plato y se hace la foto, todo tiene que estar pensado y en su sitio. Si no es así la comida se enfriará, o perderá frescura y brillo, y estaremos estropeando irremediablemente la materia prima de nuestra foto —evidentemente esto no cuenta para bizcochos, galletas y similares—.

Deberemos pues imaginar el plato montado. Y a partir de ahí, pensar lo que demanda el plato, su acompañamiento, su mise en place, que saldrá fundamentalmente de uno de estos dos acercamientos:

  • El punto de vista del cocinero, componiendo un bodegón con el plato terminado y sus ingredientes, los útiles necesarios para prepararlo, etc.
  • El punto de vista del comensal, realizando la composición del plato servido sobre la mesa listo para ser degustado, sobre un mantel, y con servilletas, cubiertos, vasos o copas.

En cualquiera de las dos cabe introducir cualquier elemento decorativo o de atrezzo: libros, revistas, fotos, plantas, jarrones, o cualquier otra cosa que os guste.

El mismo plato de pasta con verduras que vemos en la primera foto quedaría así:

¡Evidentemente, no hay comparación!

Al margen de estas dos posibilidades, cabe decir que siempre cabe la vía minimalista en aquellos platos o recetas que hablan por sí solos y no necesitan de nada. Es otra opción que puede dar resultados impactantes. Yo guardo especial buen recuerdo de esta tortilla:

El encuadre
Una vez tomada la decisión de todos los elementos que queremos incluir en la fotografía de nuestro plato llega la hora de encuadrar, de definir exactamente la posición de cada elemento en la imagen final, de componer la imagen.

La posición predominante la debe tener nuestro plato. Los restantes elementos de la escenografía deben tener claramente una vocación de actores secundarios. A la hora de encuadrar, que no es otra cosa que recortar el mundo para contar tu foto, podemos decidir también recortar nuestro plato, los otros elementos de la escena o ambas cosas. Recortar todos los elementos menos al plato protagonista ayuda a centrar la atención en él, si bien, cómo veremos otro día, la luz y el foco pueden hacerlo incluso aunque aparezcan todos los elementos sin recortar.

Por otra parte, el camino que tomemos será muy distinto según estemos fotografiando una receta que deba ser servida en un plato u otra que se prepare en moldes individuales; no es lo mismo fotografiar un bizcocho que unas magdalenas. La existencia de un elemento repetitivo brinda unas opciones compositivas que un plato aislado no tiene.

La composición
En ambos casos el objeto de la foto debe ser guiar la mirada hacia el motivo, bien sea éste aislado, bien en serie. Para ello podemos seguir la clásica regla de los tres tercios: imaginaremos dos líneas horizontales que dividan la imagen en tres bandas iguales, y otras dos verticales, y situaremos el plato, molde o vaso que deba tener el punto principal de atención en la intersección de una de las líneas verticales y una de las horizontales, o si por tamaño no nos es posible, sobre una de las líneas. Como toda regla, tiene sus excepciones, pero en general proporciona imágenes agradables y bien compuestas. Hay casos en que los elementos reclaman una disposición totalmente simétrica, en cuyo caso no hay tercios que valgan: vuestro propio ojo os dirá, pero si no estáis seguros, la ventaja de la era digital es lo barato que es probar. Haced un disparo con un encuadre simétrico, y probad con otro desplazando el plato a uno de los tercios y completando la composición con algún elemento adicional. En esta toma cenital podéis ver que orientando el plato en el otro sentido, desplazándolo hacia un lado, y completando la composición con una planta y los cubiertos la imagen queda mucho mejor compuesta:

Otra regla fotográfica que se puede aplicar es la regla de la mirada, transponiendo los términos al ámbito culinario. Cuando se realiza un retrato de perfil o tres cuartos —no totalmente de frente— es una buena práctica desplazar el encuadre de manera que la imagen tenga más aire en la zona hacia la que el sujeto dirige su mirada. En términos de comida podriamos reescribir la regla sustiyendo la mirada del sujeto por la dirección perpendicular al plato, por la dirección del pitorro de la jarra, etc. Un vaso tumbado obliga a encuadrar la imagen dejando más espacio en el lado de la boca del vaso que en la de su culo. Un plato de comida debe fotografiarse con más espacio en la parte superior de la foto que en la inferior. ¿Cuánto? Pues se aplica la regla anterior: dispongamos el centro del plato sobre la línea imaginaria que delimita el tercio inferior de la imagen.

Si intentamos aplicar todo esto a fotografiar esta lechera, situándola en el centro obtenemos esto:

Desplazándola a un tercio:

Y compensando el desplazamiento con otro objeto, ligeramente desenfocado:

Con todo esto vemos que vamos modificando el encuadre, y la disposición de los elementos en la escena hasta que damos con la imagen que queremos. Pero claro, si miramos, disparamos, dejamos la cámara, el vaso un pelín a la derecha, cogemos la cámara y disparamos de nuevo… ¡Mecachis! ¡Ahora has cortado el plato por abajo! Mal asunto:

Tercer consejo

Independientemente de la cámara que tengas, usa un trípode.

Un trípode es un adminículo bastante barato —por poco más de 20 € se puede comprar uno— y que nos da un control enorme sobre la foto. Nos permitirá instalar la cámara en un punto fijo, una vez hayamos decidido el encuadre, e ir ajustando poco a poco la colocación de todos los elementos de la foto, así como comprobar el resultado y realizar disparos adicionales si no quedó del todo como pensabamos. Tiene beneficios añadidos, como no depender del flash o aumentar la profundidad de campo, pero esto queda ya para otros posts.

Hasta el próximo capítulo del serial.

Mc

Publicado por Mc, el 9 de febrero de 2010. Esta entrada está guardada en: Cómo fotografiar comida. Etiquetas: , , ,

Su cocina con

Nuestros proveedores te ofrecen ventajas especiales. Ser webero supone regalo seguro….

Síguenos en redes sociales

¿Quieres recibir las recetas en tu correo?