Feliz Navidad
Os dejo descansar de recetas unos días, que ya estáis todos saturados de información y de comidas. Pero estoy encantada de todos los resultados que nos vais comentando a través de los comentarios, y las fotos que nos enviais vía Twitter y Facebook.
¡Feliz Navidad!
Con webos he descubierto que detrás de las palabras, además de sonidos y voces, hay memoria y sabores. Igual que las palabras, la cocina es de todos y todas, es una forma de encuentro, sorpresa, amor, complicidad y cercanía, un lenguaje común que ha superado en la historia a todos los idiomas, diferencias y prejuicios. Las palabras, las cocinas, son lugares para el festín y la vida, la dicha y el reposo, para alejar la violencia y la guerra aunque estemos rodeados de fuego y cuchillos, secretos y misterios. En todas las culturas del mundo, en todos los tiempos de la historia, la forma más común para representar la paz y el amor, la humanidad que se ayuda y se entiende, es la lumbre, los alimentos compartidos junto a la hoguera. Allí, junto al fuego, no hay enemigos, ni extraños, ni extranjeros, todos somos iguales dando a probar nuestro pan y nuestros guisos al que llega de muy lejos o a quienes comparten con nosotros este tiempo.
Claro que ahora no hay leña que arde sino vitrocerámicas y las palabras no se enredan en el humo de las chimeneas sino en esta blogsfera de pantallas, teclas, smartphones, palms… pero es casi lo mismo. Cocinar, contar, escuchar, conversar, compartir. Estos días sin embargo, nos vamos a esforzar para cocinar las cosas más ricas a quienes comparten nuestra mesa. Los sabores pueden comunicar de forma fácil todo ese esfuerzo y cariño que vamos a poner en esta ciencia y este arte. Pero también está bien usar las palabras para decir que les queremos y agradecer de ellos su cariño.
Parece que se deshace el año y con él una parte del mundo que creíamos muy sólido, los sueños del progreso y tantas cosas importantes que habrá que defender. Pero la crisis, todas las crisis, no se han llevado nunca ese deseo de cuidar el fuego y sobre él, preparar un alimento que entone al aterido viajero, a la anciana que canta, a la niña y el niño que meten la cuchara por primera vez en su vida en el plato y escriben en su limpia memoria un sabor que recordarán ya para siempre. Y recordar nosotros a los que hace mucho tiempo nos enseñaron esos sabores y ya no están.
Cocinar y escribir es lo mismo, sólo son una forma de decir al otro, a la otra, que ya no está solo ni sola, que puede compartir con nosotros nuestro tiempo, cultura, invenciones, tradiciones y sueños. Eso son las palabras o los guisos, eso hay detrás de los asados, las carnes y las sopas, una voluntad de no dejar a nadie en el camino, de ofrecer refugio y alimento, calor y compañía. Da siempre igual que el alimento sea golosina preciosa o humilde vianda, producto de alto precio o recogido en el campo por nosotros. Lo que ha importado siempre son las manos y el amor de quién ha encendido el fuego y en él cocina. En estos días de Navidad y en todos los días de todos los siglos.
Vendrán tiempos mejores, lo sé. Gracias por estar ahí, aquí, junto al fuego de esta cocina. Os deseo Salud y Paz.