Generic filters
Exact matches only
Search in title
Search in content
Search in excerpt
Publicidad

Cómo fotografiar comida (V). La luz

En todas las disciplinas artísticas visuales hay un elemento esencial: la luz. Nuestras recetas deben parecer apetitosas en nuestras fotos, y la luz será en buena medida responsable de ello. Voy a exponer unos conceptos básicos de la luz en la fotografía para adentrarnos a continuación en los aspectos compositivos.

Bodegón en clave baja

La luz: diafragma y obturador
La fotografía es la plasmación de una imagen en un soporte sensible a la luz. La cantidad de luz que alcanza el sensor se regula mediante dos mecanismos:

  • Por un lado, el diafragma, que tal y como ya hemos visto en anteriores capítulos de este serial, es el orificio de tamaño variable que determina la cantidad de luz que alcanzará el sensor en un tiempo determinado. Ya vimos que está situado generalmente en el objetivo en una posición central.
  • Por otro, el obturador, que es el mecanismo que se acciona y permite el paso de la luz en el instante decisivo en que pulsamos el botón de disparo. Este mecanismo permanece abierto en el momento del disparo un tiempo variable, influyendo por tanto en la cantidad de luz que alcanza el sensor

Podemos hacer un símil con una manga de regar: imaginemos que tapamos el extremo de la manguera con el dedo, y abrimos el grifo un poco nada más. Para regar unas plantas necesitaríamos quitar el dedo del extremo de la manguera unos cuantos minutos. En cambio, si abriéramos el grifo al máximo, necesitaríamos quitar el dedo un tiempo menor. El grifo actúa de diafragma y el dedo, de obturador.

La profundidad de campo
Pero, ¿da igual? Siguiendo con el símil jardinero, evidentemente a las plantas les llegará la misma cantidad de agua, pero la diferencia está en el cómo. Poco tiempo y mucha agua significan mucha presión: podemos quitar la tierra. Pues en fotografía pasa algo parecido, con un efecto que ya vimos al hablar del foco, y que es la profundidad de campo: cuanto menor sea la abertura del diafragma, es decir, cuanto más prolongada sea la exposición, mayor será el rango de distancias en el que los objetos salen nítidos en la fotografía; por contra, cuanto mayor sea la abertura, mayor será el desenfoque.

Consejo

Nosotros debemos ajustar abertura y velocidad en función de la profundidad de campo que busquemos para nuestra composición, según el efecto que deseemos.

La sensibilidad
Pero hay un tercer factor que influye en la luz: la sensibilidad. Este concepto deriva de las películas tradicionales, que reaccionan de distinta manera ante la luz según el tamaño del grano de los haluros de plata con que se fabrican. De las escalas que se usan para películas la era digital asume la ISO, pero solo con el valor ASA: 100, 200, 400, etc.

Los sensores actuales tienen su sensibilidad intrínseca, y el control de sensibilidad ISO lo que hace es referirlo a la escala habitual. Variar la sensibilidad nos permite, por así decirlo, alterar el nivel mínimo de luz frente al cual el sensor reacciona, pudiendo así tomar fotos con una iluminación más escasa. Esto tiene un precio, y es el tan temido ruido, esos puntitos dispersos de color, generalmente en tonos más claros, que hace que las zonas oscuras de la foto aparezcan como poco nítidas, y en algunos casos incluso como sucias.

Hay una gama de valores ISO entre los cuales vuestra cámara se comportará de un modo más o menos homogéneo, pero a partir de un determinado valor, comenzará a adquirir protagonismo el ruido en las zonas de menos iluminación. Aquí os dejo dos ejemplos de esto, fragmentos ambos de la foto que encabeza este artículo, junto con otras tomas realizadas con distintos ajustes de ISO.

En este primero quiero que os fijéis en dos zonas: la madera y la piel del melocotón más cercana a la cereza. Si pasáis el ratón por los valores ISO del pie de foto, veréis que la madera pierde la veta a partir de ISO 800 —muy poco—, siendo más perceptible en ISO 1600, y perdiéndose por completo para ISO 3200. Fijaos sobre todo en el trozo entre el melocotón y el albaricoque. En la piel del melocotón veis que empiezan a aparecer puntitos a partir de ISO 800, se hace más patente con ISO 1600, y para ISO 3200 es un continuo de grano.

En este segundo ejemplo quiero que os fijéis en otras dos zonas: el triángulo oscuro entre pera, plátano y cereza, y las cerezas, en la esquina inferior derecha. Si pasáis el ratón por los valores ISO del pie de foto, veréis como en el triángulo oscuro empiezan a aparecer puntos más claros a partir de ISO 800, haciéndose muy abundantes en ISO 3200. En las cerezas notaréis que se pierde la textura brillante por completo a ISO 3200, si bien se empieza a notar también desde ISO 800.

Por último os haré notar que en los brillos no notaréis ninguna diferencia en ninguna de las dos series. El ruido se manifiesta en las sombras.

Consejo

Tendréis que hacer vuestras pruebas correspondientes con distintos valores de ISO y tomar nota del valor máximo que podéis usar sin que el ruido sea manifiestamente perceptible.

Luz e iluminación
Una vez expuestos estos aspectos técnicos básicos de cómo llega la luz al sensor de nuestra cámara, vamos a ver como afecta la luz en su viaje desde la fuente luminosa hasta los objetos que queremos fotografiar. Debemos aprender a usar la luz como un elemento más de la fotografía. Igual que aprendimos a encuadrar y a posicionar la cámara frente a nuestra escena, hemos de aprender a iluminarla, a usar la luz en beneficio de nuestra fotografía.

El tamaño
La fuente emisora de luz determinará aspectos importantes de nuestra fotografía. En primer lugar nos importa el tamaño de la misma. Así, una fuente de luz puntual, es decir, con una tamaño relativamente pequeño con respecto a lo fotografiado, dará unas sombras con un contorno muy definido, que se denominan duras. Es la sombra que produce el flash de nuestra cámara sobre cualquier objeto que fotografiemos. Por el contrario, con una fuente de luz cuyo tamaño sea equivalente o superior al de nuestra escena lograremos unas sombras suaves, con transiciones entre luces y sombras muy diluidas, y sin un borde preciso. Podemos aumentar el tamaño de nuestras luces con un difusor, que puede ser cualquier material traslúcido de color blanco y que no sea muy tupido, por ejemplo, una tela blanca. Os los podéis hacer vosotros mismos con tela y un aro o marco de metal, y los venden hechos en tiendas de fotografía y en internet. Próximamente haré un post de accesorios de luz, y os daré tiendas y modelos.

Aquí veis la misma escena iluminada con luz directa del sol —dura— y tamizada con una sábana que actúa de difusor —blanda—. Como siempre, si pasáis el ratón por encima de ambos textos podréis observar la diferencia. Notad que incluso parece que cambia la dirección de la luz.

Consejo

En general, lograremos una imagen más agradable con luces difusas y sombras suaves, por lo que será recomendable hacerse con unos difusores o con unas ventanas —conjuntos de luz con reflector y difusor, de los que también daré precios y direcciones próximamente— para iluminar nuestras escenas. Si tenéis garantía de luz solar, podéis usar como difusor una sábana blanca: sólo tendréis que buscar como sujetarla.

El color
Otro aspecto muy importante de la luz es el color. Si habéis hecho alguna vez un retrato al atardecer, habréis observado que los tonos son mucho más anaranjados que si hiciéramos esa misma foto al mediodía: lo que ha cambiado es, evidentemente, la luz.

Pues bien, toda fuente luminosa tiene una temperatura de color, más cálida o más fría, y que matiza todo aquello que ilumina. Cualquier cámara digital ajusta la temperatura de color de cada toma automáticamente, aunque algunas permiten predeterminar esta temperatura de color de forma manual: es el balance de blancos. Si sois fotógrafos experimentados podéis ajustarlo manualmente, pero en general usaréis el modo automático.

La principal precaución que debemos tener con este tema es el de no mezclar fuentes luminosas con distinta temperatura de color. Cuando se hace, el color empieza a sufrir la consecuencias —la cámara no sabe que temperatura de color elegir— y aparecen blancos que tiran a anaranjado junto a otros que tienden a azulado.

En este ejemplo podéis ver este efecto. He usado una lámpara halógena y otra de bajo consumo. Tienen temperaturas de color muy distintas, y se nota en las sombras que proyectan cada luz por separado. En el recuadro de la derecha podéis ver una ampliación de la sombra que crea la luz halógena con el melocotón. Dicha zona sólo recibe la luz, por tanto, de la otra lámpara, y presenta un blanco más azulado. En el de la izquierda he ampliado una zona de la sombra que crea la lámpara de bajo consumo, solamente iluminada por tanto por la luz halógena, y mucho más anaranjada.

Balance de blancos con detalle

Consejo

No se deben emplear fuentes luminosas con distinta temperatura de color. Es preferible menos luz, pero de una sola temperatura.

Si usáis luz natural, sabed que la temperatura de color del sol también varía a lo largo del día, y se hace presente en todas las orientaciones, menos en la Norte: la luz del día de una ventana orientada a Norte es un tesoro que debéis aprovechar. ¡Suertudos! Cuanto más se aleje del Norte, más se empezará a poner de manifiesto el cambio de tonalidad a lo largo del día.

La intensidad
La intensidad de la fuente luminosa determinará el equilibrio entre los valores de la terna Abertura/Velocidad/Sensibilidad. Según el efecto que queramos conseguir con la foto, en cuanto a profundidad de campo, ruido y posible movimiento del sujeto elegiremos ya los valores concretos.

De la profundidad de campo ya hemos hablado con la debida extensión.

En cuanto al ruido, creo que huelga decir que hay que mantener la sensibilidad por debajo de 400 ISO —yo siempre uso 100 ISO—. En cualquier caso, no está de más hacer unos disparos del mismo motivo usando varios valores ISO, para decidir luego en el ordenador, con la imagen al 100% de aumento, cuál es el mejor para vosotros, y usar ese por defecto para todas vuestras fotografías.

El tema que más puede condicionaros la necesidad de mayor intensidad luminosa es que participen en las fotos sujetos en movimiento, y queráis que éstos aparezcan nítidos. En este caso existe un límite a la velocidad, y depende ya de la escena, lo que se mueva el sujeto y demás, pero tiene que ser en cualquier caso más rápida que 1/60″, y preferentemente, de 1/125″. Esto obligará a tener una determinada intensidad luminosa, que deberéis lograr con luces de mayor potencia, en caso de no ser suficiente la que tengáis.

La dirección
Por último, quiero hablaros de lo que quizás sea la propiedad que más puede caracterizar a una buena fotografía gastronómica: la dirección que lleva la luz cuando alcanza nuestro plato de comida. Esto, que podríamos contestar con un ‘Pues, ¡la que trae desde la ventana!’, no es ninguna tontería. Todos —sí, todos— hemos empezado haciendo fotografía culinaria como si se tratase del arte de retratar croquetas, y nada más lejos de la realidad. Si para un retrato —como norma general— necesitamos cierta presencia de luz en el rostro del retratado, con la comida hay que darle un giro de 180º a la situación, y pensar que como norma general donde tiene que haber luz es en la parte de atrás de la comida, procurando que no incida directamente en el objetivo. Con esto conseguiremos realzar cuatro cualidades que darán prestancia a nuestra comida:

  • Volumen: la luz debe llegar desde cualquier dirección con tal que no sea desde la cámara, para que desde la cámara se puedan apreciar las sombras que son las encargadas de modelar el relieve, y nos permiten percibir el volumen.
  • Textura: debemos aplicar los mismos criterios, puesto que al fin y al cabo la textura no es sino un volumen a muy pequeña escala.
  • Transparencia: no hay nada para apreciar la sutileza de una lechuga como iluminarla al trasluz. Por lo tanto, con este tipo de alimentos, lo que mejor va a funcionar siempre es iluminar desde atrás.
  • Brillo: si por el contrario, estamos fotografiando una crema, una carne o un guiso, en los que la transparencia carece de importancia, una iluminación trasera nos va a producir los necesarios brillos para que nuestro plato luzca apetitoso.

Ya hablaremos más adelante de este tema en detalle y con ejemplos, porque considero que es el más importante.

Os recuerdo los enlaces de los otros capítulos:

Mc

Publicado por Mc, el 13 de julio de 2011. Esta entrada está guardada en: Cómo fotografiar comida. Etiquetas: , , , ,

Comentarios


Para comentar debes dar tu consentimiento para que tratemos tus datos. Aquí te explicamos qué hacemos con ellos.

Te recordamos que:

No publicaremos tu dirección de correo electrónico

Los comentarios no se publican inmediatamente. Están sometidos a moderación por parte de webos fritos

Si quieres poner cara a tus comentarios, aquí te explicamos cómo hacerlo


¿Sabías que puedes recibir gratis todas las novedades de webos fritos? ¡Entérate cómo!

Ya se han hecho 61 comentarios para "Cómo fotografiar comida (V). La luz".
  1. Angélica del Valle dice:

    MC:
    Hola, eres un genio y junto con Su me han cambiado mi percepción de la belleza de la comida. Qué par! Juntos son dinamita!!!!!!!!!
    Mil gracias por tomarte el tiempo para dar esas explicaciones tan detalladas, leí TODOS tus posts y aunque dudo que llegue a tomar fotos tan padres como las tuyas, realmente me ayudó a entender muchas cosas.
    Muchas gracias y sigan así, realmente lo apreciamos.
    Saludos
    Angélica
    Querétaro, México

Mostrar comentarios

Su cocina con

Nuestros proveedores te ofrecen ventajas especiales. Ser webero supone regalo seguro….

Síguenos en redes sociales

¿Quieres recibir las recetas en tu correo?