¿Qué cómo lo hago? Lo de hoy es puro y duro cotilleo. A los gastrónomos puristas no les va a gustar, así que les remito a mi próximo post, que ya estará dentro de la normalidad de estos webos.
A ello.
Recibo muchos correos con diversas opiniones:
—¡No es posible! ¡Tú tienes otro reloj diferente al mío! —con tono de admiración.
—¡Cómo voy a hacer yo pan, si no tengo tiempo! Tienes unas cosas… —con tono de parapanesestoyyo.
—No sé cómo lo haces para que te dé tiempo a tanto… —con tono de cariño.
—Debes tener mucho tiempo libre, porque ¡hijaaaaaaaaaaa, hay que ver lo que te cunde! —poner tonito.
Lo que hoy os voy a contar a grandes rasgos es mi organización personal, y he dado el paso de contarlo porque sé que hay mucha gente a la que le falta muy poco para lanzarse a cocinar más en serio o continuado, o para pensar en organizar un poco mejor el tema de la intendencia de los estómagos. Si esas personas ven que alguien como ellas puede lograrlo, se lanzarán a hacerlo. Mis palabras son exclusivamente de ánimo para lograr mejorar el tiempo que pasamos en la cocina, y que es un tiempo que revierte en el bienestar de la casa, aumentado si cabe, porque mucha parte de la salud entra por la boca, por no hablar del placer. Sé perfectamente que cada casa es un mundo, y que cada familia tiene sus circunstancias, y esto no son lecciones a nadie, ni soy yo quien, pero es cierto que mi estilo de vida coincide con el de otras muchas personas, y aquí, mi humilde aportación a esto de la organización en la cocina.
Ya me conocéis: soy una mujer normal, con dos hijas, trabajo fuera de casa en una ciudad distinta a la que vivo, en un puesto de responsabilidad, duro, y si fuera una supermujer no me cansaría, y estaría idealosa siempre, pero acabo diariamente más que reventada, pero feliz. ¿Por qué? No hay cosa que me pueda parecer más agradable que comer en casa —o cenar si no se puede comer— tu plato de comida cocinado la tarde o la noche de antes. ¡Me sabe tan rico…! Y que mis hijas puedan comer en casa diariamente, para mí eso no tiene precio.
Una ventaja que yo tengo es que las dos horas diarias que paso en bus, las dedico a descansar, pensando en mis recetas, leyendo o escuchando la radio. Otra es que como desarrollo mi trabajo sentada en un despacho, con follones, pero sentada, la actividad en la cocina además de relajarme, me cansa físicamente, y eso me viene bien para dormir mejor.
En mi vida decidí tener unas prioridades y no poder hacer otras cosas, entre ellas hacer pilates, ver mi serie favorita por la noche o estar peripuesta todo el día. En casa somos de gustos sencillos y somos felices simplemente saliendo a pasear el ratillo que tenemos libre los fines de semana. Eso facilita bastante las cosas.
Todo esto para deciros que si yo puedo hacerlo, y si vosotros queréis, no tenéis más que intentarlo: lo haréis mejor que yo, seguro: es cuestión de tesón y ganas.
La producción de recetas de webos la hacemos los fines de semana. Me ayuda mi madre —el tercer pilar de webos, su labor es impagable—, y además, entre una receta y otra, vamos preparando el menú semanal, para que guardado y combinado con segundos fáciles y rápidos de carne o pescado podamos ir pasando la semana con más gloria que pena.
¿Una paliza? Pues sinceramente, SÍ, con mayúsculas. Pero me compensa. A todos en casa nos gusta comer bien, y me puedo permitir que podamos hacerlo diariamente, cosa que no siempre se puede con los trabajos que tenemos.
Y evidentemente, a mi lado siempre e incondicionalmente, mi marido, trabajando e ilusionado con todo lo que vamos haciendo, de diario o no.
Para ilustrar un poco mi actividad, que no viene de ahora, os dejo un dibujo que me hizo mi hija mayor, Sara, para el día de la madre cuando ella tenía siete años, en el año 2003.
En la foto veis un ejemplo de lo que puedo avanzar el fin de semana para la comida de diario:
1. Unas torrijas para aprovechar pan duro y no tirarlo —costumbre de mi madre, que no tira ni una pizca de nada—.
2. Acelgas cocidas, para hacerlas fritas con un ajito o rehogarlas con un huevo.
3. Judías verdes estofadas.
4. Champiñones olorosos para acomprañar un segundo de carne.
5. Lentejas.
6. Tomate frito casero para acompañar una pasta.
7. Muslos de pollo escabechados.
8. Relleno para empanada.
9. Croquetas, que a mis hijas les encantan.
10. Pimientos fritos para acompañar carne o lo que sea.
Con todo guardado y empaquetado la semana empieza para mí más tranquila.
Otra cosa que me preguntáis es que cómo con este trajín de semana me quedan ganas para seguir con webos. Ahí entra la pasión por intentar contagiar el entusiasmo por disfrutar en la cocina. Se pueden hacer cosas muy ricas sin ser un profesional de la restauración. No tengo más meta que esa. Para blogs de cocineros preparadísimos, ya hay gente que se dedica a ello de una manera admirable; para blogs especializados en diferentes aspectos gastronómicos, ya hay gente que sabe mucho. Yo sólo quiero conseguir que los que menos importancia le dan a comer casero, se la den; hacer comprender que un plato, con sólo un poco de mimo, se puede presentar y disfrutar como en un restaurante, y que la hora de ir al mercado no suponga un suplicio. A cambiar el chip, y a mal tiempo en el trabajo, buena cara en la mesa: sólo quiero eso.
Estas últimas semanas he recibido algunos correos de amigas que me han dado mucha moral para seguir en la brecha, con palabras que demuestran que algo de este mensaje les llega: “…me ha picado el gusanillo…”, “…llevo la receta impresa en el bolso…”, “…nunca me he atrevido, y ahora siento que puedo hacerlo…”, “…era un alma descarriada, y ahora tengo mi propio blog…”.
Hoy os traigo el ejemplo de dos amigas que están empezando a meterse en la cocina, y, con su permiso, os pongo parte de lo que me cuentan y en el que muchos nos vemos reflejados cuando empezamos a cocinar para otros.
Irene me cuenta esta anécdota; no hay más que imaginársela en plena acción:
«El otro día hice mis primeras patatas con calamares, recuerdo de las que me hacía mi mami. Busqué en alguna web para hacerlas, pero no encontré nada. Total, que llamé a mi madre, que me explicó la receta a su manera habitual:
—Pues echas un poco de cebolla y pimiento, haces el sofrito, echas patatas para dos, cortadas de esa manera que parece que las vas arrancando…
—¿cuánto es patatas para dos?—, echas unos cuantos calamares, y luego agua…
—¿Cuánta, mamá?
—Pues más o menos, a ojo, tú lo irás viendo…
»Total, que con esas indicaciones de madre me salieron unos calamares ricos pero un poco aguados de más, así que tendré que mejorar la receta para la próxima vez…
»Su, te mando mis primeras croquetas hechas con tu receta. A mi chico le han encantado. Mil gracias»
Sara, currante de mil horas, me cuenta:
«Susana, yo antes no sabía cocinar (bueno, ahora tampoco mucho, jajaja) porque nunca me animaba a meterme en la cocina: pensar en un menú, ir a hacer la compra de esas cosas precisas, dedicar mogollón de tiempo a la elaboración, quemarme con las salpicaduras (en esto tengo un máster), manchar todo, limpiar todo… ¡para media hora de comida! ¡Que va! Yo salía a comer fuera o “robaba” un túper, a veces a mi madre, a veces a mi suegra.
»Pero ahora no. Bueno o no tanto. Ahora tú me animas muchísimo. Ayer cuando llegué a la estación de Azuqueca a las 20:00 h, llamé a mi chico y le dije que llegaría más tarde porque iba a parar para comprar unas cosas en el Mercadona (chocolate en polvo y yogures naturales) y es que este fin de semana me dejan a mi ahijada Inés (9 años) y quiero hacer con ella los bizcochitos individuales de chocolate que tanto han llamado mi atención…»
Ahí está la esencia de lo que busco: cambiar la idea de que la cocina sólo es pringar, por la idea de que es invertir el tiempo en placer, salud y bienestar.
Todo esto contando que los de la casa sean comilones y agradecidos, porque no hay cosa peor que cocinar con todo el mimo y que se coman el plato sin valorarlo. Para los que no lo aprecian, otro día os cuento un plan de choque que no falla. Ahora, ya he escrito un artículo todo lo incorrecto que se puede hacer, larguísimo, íntimo, y muy personal para esos mundos de internet, pero me lo pedía el cuerpo. Nos separa una pantalla, pero nos unen muchas cosas…
Gracias por estar al otro lado y dar sentido a estos webos.
Su
Te recordamos que:
No publicaremos tu dirección de correo electrónico
Los comentarios no se publican inmediatamente. Están sometidos a moderación por parte de webos fritos
Si quieres poner cara a tus comentarios, aquí te explicamos cómo hacerlo
¿Sabías que puedes recibir gratis todas las novedades de webos fritos? ¡Entérate cómo!
Mostrar comentarios
Nuestros proveedores te ofrecen ventajas especiales. Ser webero supone regalo seguro….
yo les pongo ajos...
No me los pierdo!!!!! una cosa que tal quedan hechos el día anterior? me gustaria...
Me encanta. Aprovecho verduras de las que hay que dar salida, y luego en todo tipo...
¿Crees que se podría hacer en olla lenta? Tiene muy buena pinta esa receta!!!...
Buenisimosss...
Su, me encanta soy tu fan! Eres un nust en mi cocina y ahora en mis pies! Jjjjj me encanta que cuentes las cosas como la vida misma y natural! Aprendo muchísimo y teneis un arte para comunicar y transmitir que vale oro! ( y para no aceptar sobornillos de publicidad encubierta y me encanta!) un besiño a todo el equipo y a seguir así!